sábado, 14 de agosto de 2010

"Necesitaba que la gente me quisiera sinceramente"

La cuestión. ¿Cuál fue la principal búsqueda personal que emprendió Michael Jackson?
La respuesta / confesiones de michael jackson

En el año 2000, el rey del pop desnudó su corazón ante la grabadora de su amigo y confidente, el rabino Shmuley Boteach. Más de 30 horas de grabación descubren a un Michael Jackson humano, necesitado de atención y cariño, preso del vacío de la fama y de la soledad de las multitudes. Tras su muerte, Boteach reunió todo ese material porque, según él, Jackson deseaba revelarse. En Confesiones de Michael Jackson (Globalrhythm, 450 pesos), el ídolo fallecido hace ya un año habla sobre su infancia, sus heridas, la fama y la polémica en torno a la pedofilia.

Tan deseoso estaba Michael de que la gente comprendiera quién era que durante muchas de esas conversaciones él mismo sostuvo la grabadora cerca de su boca para asegurarse de que no se perdía ni una sola palabra. (...)

Michael no era ningún santo y desde luego yo nunca he disculpado sus pecados, pero también poseía una delicadeza y una nobleza de espíritu que me llenaba de humildad y eran toda una fuente de inspiración, máxime tratándose de un hombre con tanto talento. Advertí que las cosas extraordinarias que había compartido conmigo durante esas conversaciones servirían para despejar las tres gigantescas incógnitas que habían suscitado el circo de la prensa sensacionalista y el delirio mediático: ¿quién era Michael Jackson en realidad?; ¿qué dolor había experimentado para llegar al extremo de buscar una vía de escape con una mediación que lo iba quebrantando?; ¿qué lecciones morales podían extraerse de su trágica muerte para redimir esa vida truncada antes de tiempo?

La última pregunta me interesaba particularmente. Sólo vi parte del funeral que se celebró en el Staples Center y lo consideré un ultraje, una afrenta moral: se trataba de un hombre que muy probablemente había muerto por sobredosis y, sin embargo, en vez de comunicar -siquiera parcialmente- la magnitud del drama, convirtieron la ceremonia en un concierto.

Todo el mundo tenía que leer nuestras conversaciones y saber quién era Michael Jackson en realidad, entender que no se trataba de un bicho raro, de un freak; Michael no nació raro, pero la fama (su droga favorita) y una vida sin rumbo claro lo habían destruido por completo. La suya ha sido una pérdida terrible, tanto de inocencia como de talento; su muerte sin sentido clama pidiendo redención.

La principal tragedia de su vida fue confundir la atención con el amor, la fama con la familia, el atesoramiento de bienes materiales con el propósito espiritual de las cosas. Nunca olvidaré cómo, cuando iniciamos las conversaciones que son el alma de este libro, Michael pronunció las inquietantes palabras que he utilizado como epígrafe:

"Te voy a decir algo que nunca le he dicho a nadie, y además de verdad, no tengo por qué mentirte y Dios sabe que no lo estoy haciendo. Creo que el éxito y la fama que he conseguido, que he anhelado, los deseaba porque en realidad buscaba que me quisieran. Nada más. Ésa es la verdad. Necesitaba que la gente me quisiera, que me quisiera sinceramente, porque nunca me he sentido verdaderamente querido. Ya he dicho que conozco mi talento. Pensaba que si lo perfeccionaba, la gente tal vez me querría más. Sólo deseaba que me quisieran porque me parece muy importante que te quieran y decirle a la gente que la quieres y mirarla a los ojos y decírselo".

Recuerdo que me sorprendió tremendamente oír aquello, su voz llorosa e inquietante describiendo la terrible soledad que reinaba en su vida. No se pueden leer sus palabras sin que esa alma, tan idolatrada y al mismo tiempo tan sumida en el más absoluto abandono, inspire una inmensa tristeza. Michael sustituyó el amor con la atención que recibía y por eso tuvo fans que adoraban lo que hacía, pero nunca tuvo verdaderos compañeros que lo quisieran por lo que era. (...)

En mi opinión, su muerte no es sólo una tragedia personal, sino también una tragedia nacional porque la historia de Michael es la encarnación del sueño americano: un niño negro y pobre criado en Gary, Indiana, que llegó a convertirse en una estrella multimillonaria.

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